La Hna. Daisy Torres, fsp nos habla sobre su vocación.
Junio del 2007. El Papa Benedicto XVI acaba de declarar el Año de San Pablo (junio2008- junio 2009). ¿Qué sentí? Muchísima alegría y 20 mariposas revoloteando en mi estomago. Desde aquel mismo instante me hice una promesa: ‘A lo largo de esos 12 meses voy a empeñarme en conocer mucho más de mi padre y haré lo posible, junto a las hermanas de la comunidad, por que otras personas conozcan su vida y su fuego misionero’.
Mi nombre es Daisy I. Torres López. Soy de aquí como… Mi familia natural es sencilla, luchadora y de fe. Llevo casi 14 años en la comunidad misionera de las Hijas de San Pablo, mi otra familia. Somos, como Pablo, misioneras en las grandes ciudades. Allí en donde hay gente que entra y sale, que pasa o regresa, ahí estaba Pablo de Tarso y allí estamos o intentamos estar nosotras, las Paulinas.
Ser una mujer realizada como consagrada, ser una evangelizadora en el campo de las comunicaciones y ser una misionera en la ciudad; han sido aspectos de la vocación paulina que me ha costado entender. ¿Qué fue lo que me ayudó a comprender lo “extraño” y lo hermoso de ser una Paulina? Un trozo del Evangelio. También la vida y las cartas de Pablo. ¿De qué hablo? Se los diré inmediatamente.
Cuando estaba en la etapa del Noviciado viví, como es normal, mis momentos de crisis. Uno de ellos lo causó el hecho de no tener del todo claro el sentido y la pertinencia del carisma paulino para la actualidad. Un número significativo de personas me hablaba de misión “ad gentes” y de asistir a los más pobres. Llegué a hacerme una lluvia de preguntas…
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Mi nombre es Daisy I. Torres López. Soy de aquí como… Mi familia natural es sencilla, luchadora y de fe. Llevo casi 14 años en la comunidad misionera de las Hijas de San Pablo, mi otra familia. Somos, como Pablo, misioneras en las grandes ciudades. Allí en donde hay gente que entra y sale, que pasa o regresa, ahí estaba Pablo de Tarso y allí estamos o intentamos estar nosotras, las Paulinas.
Ser una mujer realizada como consagrada, ser una evangelizadora en el campo de las comunicaciones y ser una misionera en la ciudad; han sido aspectos de la vocación paulina que me ha costado entender. ¿Qué fue lo que me ayudó a comprender lo “extraño” y lo hermoso de ser una Paulina? Un trozo del Evangelio. También la vida y las cartas de Pablo. ¿De qué hablo? Se los diré inmediatamente.
Cuando estaba en la etapa del Noviciado viví, como es normal, mis momentos de crisis. Uno de ellos lo causó el hecho de no tener del todo claro el sentido y la pertinencia del carisma paulino para la actualidad. Un número significativo de personas me hablaba de misión “ad gentes” y de asistir a los más pobres. Llegué a hacerme una lluvia de preguntas…
(Continuará en la próxima publicación).
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