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Fray Fernando, como generalmente es llamado, nace un 12 de noviembre de 1973 en el seno de una familia campesina y católica del pueblo de Adjuntas. Es el menor de cuatro hermanos: dos varones y dos hembras. Sus estudios primarios y secundarios los realiza en su pueblo natal, donde también junto a su padre, don Marcos, aprende a amar y a trabajar la tierra, especialmente en el cultivo de café. “Trabajar la tierra, para mí es un privilegio”, nos asegura. Para Fray Fernando el trabajo es una bendición, le gusta estar ocupado, invertir sus energías en actividades útiles y productivas.
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Este sacerdote, quien desde su etapa de formación hasta el presente lleva unos catorce años en la Orden, reconoce que durante este tiempo han sido innumerables las experiencias vividas que han influenciado en su personalidad. Le cuestionamos sobre qué ha sido lo más difícil de vivir en su vocación a lo que respondió: “Al principio de mi proceso de formación fue el estar lejos de mi familia y estar dentro de una estructura, no tanto en lo físico sino en lo que respecta a estar regido por un itinerario y horario específico.” ¿Y hoy en día? “Todavía esto de los horarios, y dentro de la convivencia fraterna el tener que asumir funciones propias de mi posición de superior de la fraternidad sobre hermanos con diferentes puntos de vista, y en algunos casos hasta mayores que yo en edad.”
Para nuestro amigo, según nos comenta, es mucho más lo bueno y las experiencias gratificantes. Ejemplo de ello es el enriquecimiento personal que ha ido experimentando gracias al contacto con la gente, el amor que recibe y que puede brindar desde su vocación. “Algo sumamente gratificante para mí ha sido: descubrir que puedo vivir el don de la paternidad desde mi realidad como religioso sin la necesidad de tener mis propios hijos biológicos.” “Poder acompañar espiritualmente a una persona en su proceso de vida, en muchas ocasiones en las que me ven como a un padre, me llena de muchas satisfacciones.”
¿Existe algún personaje bíblico con el cual te identificas? “Hay un personaje bíblico con el que desde niño me he identificado; y es con San Pedro: ¡ que abre la boca y mete la pata!” “El es bueno y espontáneo; lo que siente se lo dice a Jesús tal cual, porque es genuino. Yo, a veces, me encuentro que soy así.” “San Pedro quedó fascinado con la figura de Jesús y lo siguió, porque lo que verdaderamente le movió fue el auténtico amor.”
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Este incansable obrero de la viña del Señor también está a cargo de la primera etapa de formación dentro de la Orden, conocida como: Postulantado. Dentro de las funciones propias de su ministerio sacerdotal brinda colaboración en la Parroquia Santos Ángeles Custodios en Yabucoa. También ofrece los jueves un curso bíblico en Ponce. Y brinda acompañamiento en el proceso educativo y espiritual de los profesores y estudiantes del Colegio Santa Teresita del Niño Jesús en esta misma ciudad.
Algunos de sus planes futuros son prepararse para el próximo Capítulo General de la Orden a realizarse en el mes de febrero de 2008. Y presentar algunas propuestas para la Pastoral Juvenil de Ponce. Ante los posibles “cambios” que genere el Capítulo, nos asegura con mucha tranquilidad: “Pueden suceder. Yo siempre estoy disponible para colaborar en todas las necesidades que surjan, para ir allí donde el Señor me llame.”
Así es nuestro gran amigo, Fray Fernando: servicial, humilde, auténtico; un hijo de esta tierra, que deseó ser agricultor para dedicarse a sembrarla como su padre. Pero que con genuino amor, al igual que San Pedro, quien dejó sus “redes”, quedó fascinado por la figura de Jesús, y dejando “pico y azada” le siguió, para ser sembrador de la Buena Nueva en el corazón del Santo Pueblo de Dios.
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