Bienvenidos al Pueblo de Dios

miércoles, 30 de julio de 2008

Así Somos

El cristiano debe vivir con la convicción de que Dios -Amor y Misericordia- nos llama e invita a vivir la felicidad de manera plena, siendo santos como El es santo, en la medida en que cumplamos la misión que nos ha encomendado de manera particular. Para nosotros la vocación es esa opción por un estilo de vida cristiana por el cual llevamos a cabo dicha misión y alcanzamos la felicidad prometida. Todos somos llamados... pero cada cual, de manera libre, debe discernir responsablemente abriendo su corazón al Espíritu Santo para dejar actuar a Dios en su vida.

Te exhortamos a que a través de este Blog, llamado “Pueblo de Dios”, disciernas y confirmes tu vocación en la fe, nutriéndote espiritualmente de cada sección que con cariño te presentamos. Rogamos a nuestro Padre celestial te bendiga con sabiduría hoy y siempre. Y recuerda que tú eres parte esencial del “Pueblo de Dios”.

Pueblo de Dios, "¡Duc In Altum! ¹"

“ Remando Juntos Mar Adentro”

Ray y Awilda nos recibieron en su hogar con la cálida acogida que siempre brindan a su prójimo y con la que nos honran desde que nos conocimos hace ya un año.

Una vez nos invitaron a la sala de su residencia, Yermaliz y yo nos dimos cuenta de su gusto por los faros. Todavía recuerdo haber visto una hermosa lámpara en forma de faro, algunos cuadros y otras figuras alusivas. Para nosotros fue espontáneo expresarles nuestra curiosidad y, aunque quizás fue obvia nuestra pregunta, su respuesta fue un testimonio fiel del amor y la fe que existe en sus corazones. ¿Les gustan los faros?, pregunté. “Nos encantan”, responde Awilda con una franca sonrisa. “Para nosotros el faro es un signo de Jesucristo; El es el faro por excelencia, la guía que nos alumbra y traza la ruta de nuestras vidas”. Ubicados luego en el comedor de su hogar nuestra entrevista se desarrolló en una deliciosa conversación.

¿Quiénes son Ray y Awilda?

Tras mirarse brevemente a los ojos y como si con sus ojos se hablaran, lo cual es cierto, Ray nos responde: “Somos Ray y Awilda, esposos, contamos con 38 años de casados, 6 hijos, 5 nietos, en adición que están nuestras madres con vida². Nosotros somos también eso, somos nuestra familia”.

“Además de esposos, somos amigos”, añade Awilda. “Ser amigos es algo muy importante. Estamos muy comprometidos el uno con el otro; siempre luchamos por comunicarnos abiertamente y cuidar nuestra privacidad”. “Somos un matrimonio luchador”, nos dicen a la vez mientras sonríen.

Awilda y Ray nos contaron que se conocieron en un baile, en el cumpleaños de una amiga de Awilda al que Ray asistió con unos amigos. “Cuando me dí cuenta de la presencia de Awilda hablé con mis amigos y les dije que no la sacaran a bailar porque sería yo quien la sacaría”. ¿Así que todo comenzó bailando?, dice Yermaliz, lo que nos hace reír a todos al recordar con esta frase una canción.

Awilda nos confirmó que así comenzó una relación de amigos donde seguían compartiendo en fiestas de amistades y actividades hasta que llegó el momento en que en la escuela Ray le preguntó si quería ser su novia. ¡Por fín!, dijimos Yermaliz y yo a la vez, a lo que Awilda inmediatamente nos dijo: “Un momento, que lo hice sufrir un poquito, porque él pensaba que yo le contestaría enseguida y no fue así”, se ríen. “Un poquito nada más”, dice Ray. Tras cinco años de noviazgo Ray y Awilda contrajeron matrimonio. “Después de casarnos yo seguí estudiando y poco a poco fueron llegando los hijos”, nos dice Awilda.

Basados en su experiencia nos definen la vocación como “algo con lo que se nace porque Dios ya lo ha puesto en el corazón de cada uno y que se va descubriendo y cultivando durante el crecimiento”. “Es esa inclinación, ese interés a un estilo de vida que te hará feliz”. “El matrimonio es una verdadera vocación. Así como los valores tú los vives y los cultivas. Cuando una pareja se casa hace un pacto con El Señor; en nuestro caso entendimos que el matrimonio sería un estado de vida que viviríamos siempre, no cargarlo, vivirlo. No nos casamos nosotros dos nada más, nos casamos tres, porque nos casamos con El Señor”, añade Ray.

Nuestros amigos entienden que no todos están llamados a vivir la vocación del matrimonio, por lo que es importante descubrir la propia vocación que les permita sentirse bien y realizados. “Cuando conocemos personas que se van a casar por presiones familiares, intereses económicos u otras razones que no son el amor y el entender el matrimonio como una vocación, y van con la idea de que al primer inconveniente van a salir corriendo, Ray y yo les decimos que si parten de esa idea lo mejor es que no se casen, pues comienzan con una idea equivocada. Si se casan, que no lo hagan por lo católico para que no dañen el sacramento porque están partiendo de que no van a luchar”, nos aclara Awilda.
En una ocasión nos comentaron de una crisis económica que atravesaron, ¿ha sido esto lo más difícil que les ha tocado vivir en su matrimonio?

Brevemente ambos se miran y Ray nos dice: “Definitivamente sí. Nosotros estuvimos muy bien económicamente, tuvimos un negocio, vehículos, casa, todo eso. Después del huracán Hugo todo fue cayendo, los clientes se fueron a la quiebra, otros desaparecieron; eso nos estremeció. Perdimos la que era la casa de nuestros sueños, perdimos los autos; prácticamente perdimos todo”.

Esta situación los llevó a ambos a verse sin empleo, sin recursos económicos y a mudarse a casa de la madre de Awilda. “Surgieron muchas cosas”, dice Ray. “Fue un momento difícil pero había algo muy importante y es que nosotros estábamos unidos, aquello podía ser muy triste pero estábamos seguros de que El Señor estaba con nosotros en todo momento”. Fue una gran sacudida pero más grande aún fue reafirmar su fe en Aquél que nunca falla.

Una anécdota que recuerdan es que a los dos años de estar viviendo en casa de la madre de Awilda reciben la noticia de que les nacería su sexto hijo. “Al principio sentí preocupación porque la situación en la que estábamos no era la más cómoda. Cuando Ray llegó de trabajar ese día en que el médico me había visto, me dice: ¿Qué te dijeron? Y yo le dije: Pues, que estoy en cinta. El me contestó: Yo me lo imaginaba.” Acto seguido, Ray añade: “Yo le dije, ¿sabes qué? Eso es lo más grande y bonito que nos ha sucedido porque es motivo para nosotros levantarnos; en estos momentos difíciles es motivo para seguir luchando por nosotros y nuestra familia”.

Después de esta anécdota tan esperanzadora y llena de amor y fidelidad es inevitable preguntarles: ¿Qué ha sido la más gratificante en su matrimonio?

Awilda toma la palabra: “Fíjate, para nosotros el llegar Encuentro Matrimonial³ a nuestras vidas a los once años de casados, porque a partir de esta experiencia comenzamos a vivir verdaderamente nuestro matrimonio. Nos dimos cuenta de la importancia de este sacramento, entendimos que nos escogimos el uno al otro por amor; aprendimos a conocernos mejor, a aceptarnos, a conocer cuáles son nuestros sentimientos ante las situaciones; que Dios pone este sacramento en nuestras manos para que lo administremos, lo cultivemos y vivamos, porque el sacramento no se carga, se vive”.

Luego de haber servido con entrega y compromiso en diferentes posiciones en este movimiento, a lo largo de casi tres décadas, actualmente Ray y Awilda continúan dando de sí, siendo servidores del Fin de Semana de Encuentro Matrimonial, y colaborando como formadores, orientadores y acompañantes de otros matrimonios servidores.

Awilda, ¿cómo comparas la vocación matrimonial con la sacerdotal?

“El sacerdote se casa con la Iglesia, como nosotros lo hacemos con nuestro cónyuge. Tanto él como nosotros estamos llamados a la fidelidad, al amor, a la comunicación abierta y sincera”. Por su parte, Ray nos comenta: “El Matrimonio y el Orden Sacerdotal o religioso son sacramentos de vocación; en el caso de los dos estamos llamados a servirle al Señor”.

Cuando les preguntamos si existe algún personaje bíblico o del santoral que les inspire o motive como matrimonio a ser fieles a la fe, a ser fieles el uno con el otro, la respuesta no se hace esperar. Awilda, visiblemente emocionada, nos dijo: “Siempre, quien me inspira ante las dificultades es la historia de Job; esta historia fortalece mi fe. Job perdió una cosa, perdió otra y otra, y permaneció fiel. Nosotros hemos tenido nuestras pérdidas y nunca hemos renegado ni nos hemos alejado. Es una gran inspiración”.

Siempre encontramos una sonrisa en sus rostros que contagia, que nos hace pensar que disfrutan mucho la vida. ¿Qué cosas disfrutan juntos?, preguntamos. Mirándose con una ternura casi indescriptible y tomándose de las manos nos comparten que disfrutan mucho las reuniones y actividades sociales de Encuentro Matrimonial; cada vez que bailan juntos; les llena de gran satisfacción reunirse en su hogar con todos sus hijos y nietos y disfrutar de su compañía, compartir con otros matrimonios y amistades. Nos aseguran que procuran disfrutar todo lo que hacen y su vida de Iglesia, el servicio, la Eucaristía...

Conversar con Ray y Awilda es una verdadera bendición, en sus palabras siempre se encuentran respuestas que nutren la fe de quien las escucha pues brotan de su corazón.

Surgen de la entrega amorosa, de la humildad, del servicio. Nacen de una experiencia real de amor y fidelidad a Dios; de la respuesta afirmativa al llamado que el Señor les ha hecho de subir a su barca y remar mar adentro, sin temores y confiados, porque El mismo es Faro que les ilumina y traza la ruta de sus vidas.
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1. ¡Remar mar adentro!
2. La madre de Awilda partió con el Señor el día 9 de enero de 2008.
3. Movimiento de la Iglesia Católica a nivel mundial que llegó a Puerto Rico en 1974. Está dirigido a matrimonios que desean mejorar su relación y para sacerdotes, religiosos y religiosas que desean revitalizar su relación con su gente.

Vidas que Inspiran: Job

¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho para merecer esto?

¡Cuántas veces hemos gemido de esta manera! Como reclamándole al cielo por las dificultades y vicisitudes de nuestra vida. Olvidando frecuentemente que el dolor, el sufrimiento y el pasar trabajo son parte de nuestra condición humana. Sobretodo, nos afectamos más cuando nos consta que nos hemos esforzado por ser “buenos cristianos” y cumplir con nuestros deberes para con nuestra sociedad y con la Iglesia. Entonces, pensamos que lo negativo y difícil pasará de largo y no nos tocará. Más cuando nos llegan las experiencias difíciles: la pérdida del empleo, una enfermedad, un fracaso a nivel personal; o en extremo, la muerte de un familiar, nos sentimos tan desairados, como si Dios nos hubiese abandonado. Erróneamente, consideramos que la bendición de Dios en nuestras vidas se manifestará como “envase de cristal” que no permitirá que experimentemos el mal.

En la sociedad judía se consideran bendición de Dios: la prole, los bienes materiales y la salud, lo cual redunda en larga vida. Si alguna de éstas falta, todos juzgan que ese individuo ha cometido un pecado que bloquea esa bendición divina. Para nosotros, los cristianos, podría parecer irónico, pues Jesucristo, el mismo Hijo de Dios, murió de apenas “33” años, pobre y sin descendencia (sin hijos). Pues bien, ante la cuestión del por qué sufrían los que vivían justamente, es que se escribe el libro de Job.

Job en la Biblia

El libro de Job es uno sapiencial (de sabiduría), el cual explora los misterios de la vida, el sufrimiento y la muerte. “Job” es sensible al dolor y trata de comprenderlo y vivirlo desde la perspectiva de la fe. El mismo relata la historia de un héroe imaginario con el fin de corregir la creencia tradicional de que Dios bendice a los justos con riquezas y castiga a los pecadores con enfermedades, sufrimientos y pobreza. Creencia que comenzó a desarrollarse por el testimonio de fuertes sufrimientos por parte de los judíos exiliados.

¿Quién era “Job”?

Job era un extranjero rico que temía a Dios y lo servía fielmente; evitaba el mal y procuraba que sus hijos se purificaran con frecuencia; sin embargo, padecía fuertemente. Es un modelo para nosotros porque a pesar de sus crisis, no se retira de Dios. En un solo día pierde: ganado, hijos, salud… y hasta su esposa lo maldice. Más siempre permanece firme en su fe a pesar del dolor y el sufrimiento.

Aparecen en el libro cuatro personajes que son “amigos” de Job. Pero éstos tienen la certeza de que sólo un gran pecado cometido por Job explica y justifica la ira de Dios, quien “lo castiga” de tal manera. Y le insisten para que reconozca y se arrepienta de su error. Es cuando comienza el debate de Job con ellos, consigo mismo y con Dios, ya que no visualiza en qué pudo haberle fallado a Quien todo se lo había dado. Y al final reconoce que su verdadero pecado había sido la soberbia.

Job en nuestra vida
En nuestra vida diaria podríamos identificarnos con Job de mil maneras, y hasta seríamos capaces de actuar como él, reclamándole a Dios por nuestros dolores y dificultades. Pero son muchas más las ocasiones en que actuamos como los “amigos” de Job.
Lo hacemos cada vez que vemos a un deambulante. A veces, nuestra cara apunta en sentido contrario, y aseguramos que lo que le sucede a ese individuo es puramente su culpa.

Lo hacemos cuando alguien contrae fuertes enfermedades, si conocemos de alguna falta de esa persona nos atrevemos a asegurar que es puro castigo de Dios. ¡Castigo de Dios! Muchos llegan a decir: “No es que me alegre lo que le sucede, pero eso es castigo de Dios.”

O en ocasiones nos parecemos a quienes juzgaron en el Evangelio que el ciego de nacimiento sufría las consecuencias del pecado de sus padres. Es curioso, porque solemos decir de los padres que tienes hijos difíciles… “Ahí las va a pagar todas”. ¡Cuánta ignorancia!

Hermanos y hermanas, debemos recordar que Dios es Justo pero también es la Misericordia misma. Ciertamente, cada individuo debe enfrentar las consecuencias y/o resultados de sus actos, mas no necesariamente como un castigo. Además, la felicidad plena y eterna no está en este mundo, aunque debemos comenzar a experimentarla aquí. Dios permite en nuestras vidas todas las experiencias necesarias para que nos santifiquemos, y hay que aprovecharlas. Debemos aprender a ofrecer pequeños sacrificios de amor en reparación de nuestros pecados o por la salvación de otros. Esta lección la he aprendido de los niños videntes de la Virgen de Fátima. Unos sencillos niños movidos por el amor a Dios y a los hombres y mujeres.

Así que cuando estés atravesando una prueba muy grande encomiéndate a Dios. Pídele que derrame los dones de Su Espíritu sobre ti, y te dé Su Paz. Ofrécele tus dificultades y ruégale que te purifique a través de ellas. Ten seguro que El Enjugará Tus Lágrimas, y al final te dará la victoria. Padre Pío nos enseña a orar, tener fe y no preocuparnos… Y, como me enseñó mi abuela: “Tranquilo, Dios no deja a sus hijos en vergüenza.” Esto se cumplió en nuestro héroe pues, “Yahvé bendijo a Job más que al principio…”

Celebra la Frase


“Sé un arbusto si no puedes ser un árbol.
Si no puedes ser un camino real, sé un sendero.
Si no puedes ser el sol, sé una estrella.
No vencerás o fracasarás por el volumen.
Sé lo mejor de lo que seas”.


Douglas Malok.

Orando por las Vocaciones


“La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”. (Mt. 9, 36)


Vísita este enlace: http://www.paulinaspr.org/ y deja tu oración en la sección de Peticiones de Oración. Estamos esperando para orar por ti.

Oración por las Vocaciones


Dios, Padre y Pastor de todos los hombres,

Tú quieres que no falten hoy día,

hombres y mujeres de fe,

que consagren sus vidas al servicio del evangelio

y al cuidado de la Iglesia.

Haz que tu Espíritu Santo ilumine los corazones,

y fortalezca las voluntades de tus fieles,

para que, acogiendo tu llamado,

lleguen a ser los Sacerdotes

y Diáconos, Religiosos,

Religiosas y Consagrados

que tu Pueblo necesita.

La cosecha es abundante,

y los operarios pocos.

Envía, Señor, operarios a tu mies.


Amén

martes, 29 de julio de 2008

Así Somos

Luis E. nos dice: “Soy un hombre nacido en esta tierra bendita de Borinquen; me considero servicial, respetuoso y comprensivo. Con gran alegría declaro que soy una persona de fe, católico por convicción y felizmente casado por vocación. Soy estudiante universitario en el campo de las ciencias sociales con concentración en Trabajo Social.

Hace tres años formo parte de la familia Paulina siendo empleado en la librería de San Francisco Plaza (Río Piedras). Esta experiencia me llena de gran satisfacción pues me permite laborar en un ambiente cristiano en donde se respeta y estima mi persona, y en el cual se me brinda la oportunidad de servir a mi prójimo comunicando la Buena Nueva de nuestro Señor Jesucristo a través de los medios de comunicación social.”

Yermaliz nos dice: “Soy una mujer de 28 años, felizmente casada con Luis Enrique, cristiana católica, maestra de profesión y colaboradora de las Hijas de San Pablo o mejor conocidas como Hermanas Paulina. He aprendido a reconocer el gran amor que Dios me tiene, y hoy día deseo retribuírselo. Para mí es un placer poder aportar al proceso de discernimiento vocacional de un hermano o hermana en la fe. Yo descubrí mi vocación: el matrimonio.

Hoy tengo un lema: ¡Hacer lo que haya que hacer, hacerlo con amor; hacerlo, y ya! En mi crecimiento en la fe he ido aceptando poco a poco la invitación que Dios me hace de permanecer en santidad. Por eso me esfuerzo en hacer bien y con amor las cosas que me corresponden. Para mí es como un primer paso... Espero que Dios me siga capacitando para llevar a los demás Su mensaje de amor a través de mi vida.”

Celebra la Frase


“La vocación mueve a la eficacia verdadera de los hombres”.


Gregorio Marañón

“¿Podrían orar por mi vocación?”


“La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”. (Mt. 9, 36)


Vísita este enlace: http://www.paulinaspr.org/ y deja tu oración en la sección de Peticiones de Oración. Estamos esperando para orar por ti.

Orando por las Vocaciones



Oración por las vocaciones de Benedicto XVI

Padre, haz que surjan entre los cristianos numerosas y santas vocaciones al sacerdocio, Que mantengan viva la fe, conserven la grata memoria de tu Hijo Jesús mediante la predicación de su palabra y la administración de los Sacramentos con los que renuevas continuamente a tus fieles.

Danos santos ministros del altar, que sean solícitos y fervorosos, custodios de la Eucaristía, Sacramento del Don supremo de Cristo para la redención del mundo.
Llama a ministros de misericordia que, mediante el sacramento de la Reconciliación, derramen el gozo de tu perdón.

Padre, haz que la Iglesia acoja con alegría las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo y, dócil a sus enseñanzas fomente vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.

Fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos, a los consagrados y a todos los bautizados en Cristo para que cumplan fielmente su misión al servicio del Evangelio.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

lunes, 28 de julio de 2008

Vidas que inspiran: Santa Teresita del Niño Jesús


La Florecita de Jesús:

“Siento que mi misión va a comenzar, mi misión de hacer amar al buen Dios como yo le amo... de dar a las almas mi pequeño camino de confianza y de abandono. Quiero pasar mi cielo haciendo el bien sobre la tierra.”

María Francisca Teresa, mejor conocida como Santa Teresita, es hija de los Siervos de Dios, Luis Martín quien era relojero y Celia Guérin que era costurera. Nace en Alencon, Francia en la noche del 2 de enero de 1873. Fue la menor de cinco hijas. Sus hermanas eran: Paulina, Leonia, María y Celina, las sobrevivientes entre nueve hijos que engendraron sus padres. Desde temprana edad dejó saber claramente su deseo de convertirse en monja.

De niña fue siempre alegre, traviesa, extrovertida, con un fuerte carácter. Más a los cuatro años y medio de edad ya se topaba con una cruda realidad: la muerte. Teresa queda huérfana de madre, y como asegurará más adelante, fue tan impactante esta experiencia que no pudo ni llorar. Y siempre recordó con gran impresión el rito de la extrema unción y el último beso que le diera en la frente a su pobre madre. Desde ese momento ya no fue más la misma. Cambió su ánimo y su personalidad. Pasó a ser sumamente callada, introvertida y sensible por demás. Es cuando su padre decide mudarse a Lisieux junto a familiares de su difunta esposa. Teresita eligió a Paulina para que fuera su mamá desde ese momento. Cinco años después, la hermana mayor decide entrar al Carmelo como religiosa; entonces la niña experimenta una segunda orfandad. La tristeza... indescriptible.

Ella siempre anheló una vida ermitaña. Más tuvo que resignarse a estar semi-interna durante cinco años en el Colegio de las Benedictinas junto a su hermana Celina, lo que hizo de este tiempo uno más llevadero. Aún así ocupó primeros puestos y obtuvo buenas calificaciones.

Desde pequeña sufrió de delicada salud. Y esta debilidad le acompañará hasta el último de sus días. Cuando tenía diez años sufrió de una grave enfermedad que le provocaba alucinaciones y fuertes escalofríos. Después de varias semanas, se acercó el día de la toma de hábitos de Paulina (un 6 de abril). Debido a esta ocasión, Teresita tuvo una leve mejoría y pudo asistir a la ceremonia, mas ya de regreso fue más fuerte la recaída. Pero el 13 de mayo en celebración de la fiesta de la Virgen de Fátima obtuvo una milagrosa sanación. Ella no había dejado de rezar a su Madre Celestial, la cual se le apareció, y con su tierna presencia y sonrisa la sanó.

Una ocasión que atesoraba en su corazón era el día de su Primera Comunión. Era llamada “doctorcita” por el Padre Pichón quien dirigía la preparación, la cual duró tres meses. Su hermana Paulina le escribía semanalmente para animarle, y María le instruía día tras día. Decidió ofrecer sacrificios por amor a Jesús y anotar cada uno de ellos. Llegó a registrar 818 pequeños sacrificios y 2,777 actos de amor en ese tiempo.

El 8 de mayo sería un gran día para esta familia: Paulina haciendo su profesión religiosa, pasando a ser Inés de Jesús; y, Teresa recibiendo sacramentalmente a Jesús por vez primera. Su encuentro con El fue tan sublime que sólo pudo exclamar: “Te amo, te amo Jesús, y me consagro a Ti para siempre.” Y no podía faltar una especial consagración a su Madre Celestial quien la había sanado milagrosamente.

Un personaje que admiraba mucho esta santa era Juana de Arco, aún sin haber sido declarada santa. Incluso, tuvo el placer de representar ese papel habiendo fotos que nos permiten disfrutarlo. ¿Quién le diría que años más tarde sería co-patrona de Francia junto a Santa Juana de Arco?

La vocación por la vida religiosa estaba a flor de piel en cada una de las hijas de don Luis Martín. Inquietud que él mismo y quien fuera su esposa habían sentido en sus tiempos de juventud. Entonces, Leonia decidió hacerse religiosa clarisa. Más Dios se conformó con sólo dos meses de sacrificio y volvió nuevamente a la casa. Luego, María decide entrar también al Convento del Carmelo donde ya había profesado Paulina. Ahora sería María del Sagrado Corazón.

Nuestra piadosa jovencita, Teresa, sitúa su conversión en la Noche de Navidad, cuando tenía 14 años. “Sentí que el Niño Jesús me invitaba a dedicar mi vida a amar a Dios y a salvar almas.” Fue cuando experimentó salir del túnel de tristezas y angustias, de escrúpulos y excesiva sensibilidad que había sufrido. Adoptó, entonces, el libro “Imitación de Cristo” (de Tomás de Kempis) y lo convirtió en su lectura favorita junto con la Sagrada Escritura. Y se dedicó a orar asiduamente por los sacerdotes y los misioneros. Consiguiendo inclusive la conversión de un criminal.

Es entonces que con la voluntad y la determinación que la caracterizaban decidió que entraría al Carmelo con apenas catorce años cumplidos. Para este momento ya tenía dos “impedimentos”: la edad (el mínimo eran 16) y el que no se permitían más de dos familiares en un mismo convento. A pesar de esto, se dispone a pedir permiso a su padre y así definir su futuro. Don Luis le dio su consentimiento, asegurándole que allí Dios la estaría transplantando cual pequeña flor a un terreno más fértil. Pese a esto, su tío materno se negó a aceptarlo; y pidió que no se hablara del tema hasta que ella no hubiera cumplido los 17. Pero, Paulina conociendo el corazón de su hermanita intercedió por ella ante su tío, el cual posteriormente le da también su bendición.

Comenzando toda una odisea, fueron a visitar al Padre Superior el cual se opuso rotundamente. Aún así, lanzó un rayito de esperanza al asegurar que el Señor Obispo tenía más inherencia que él, que fueran a consultarle. Aquí se nos presenta un dato curioso que nos demuestra la sagacidad de Teresa. El día que verían al Señor Obispo ella se tejió un moño alto sobre su cabeza, así aparentaría ser más alta y tener más edad. Al fin y al cabo, Monseñor decidió que habría que consultarlo con el Superior.

Llega la tan famosa peregrinación a Roma por motivo de las Bodas de Oro del Santo Padre León XIII (1887). Domingo, 20 de noviembre, audiencia con el Papa: última oportunidad para conseguir permiso de entrar al Carmelo. Llegó el momento tan esperado, y Celina le animó a hablar... “Santísimo Padre, tengo que pedirle una gracia muy grande.” “En honor de sus 50 años de sacerdocio, permítame por favor entrar de monjita carmelita.” Y después de un corto pero intenso diálogo... “¡Vamos, vamos! Entrarás si Dios lo quiere”, le contesta el Santo Padre.

Y así sucedió... el lunes, 9 de abril de 1888 pasa el umbral del Convento del Carmelo de Lisieux. “¡Por fin quedaban cumplidos mis deseos!” “Estaré aquí para siempre, para siempre!” Sus dos fines, por los cuales entraba a la vida religiosa eran: salvar almas, a través de aceptar con amor los sufrimientos que se le presentaban; y orar por los sacerdotes.

A sus 22 años, Teresa comenzó a redactar una autobiografía por petición de su hermana mayor, Paulina; la cual descubría en su hermanita tal sabiduría y piedad que no debían desaparecer con su muerte. La llamó “Historia de un alma”, y recopilaba recuerdos de su niñez y las misericordias de Jesús para con ella.
Dos hechos tocaron profundamente el corazón de nuestra santa estando ya en el Carmelo: la muerte de su padre y la entrada de Celina al Carmelo, la última que faltaba por profesar pues Leonia había vuelto al monasterio. Pero era tal la confianza en Dios que con gran paz y alegría acogió cada uno de ellos.

Ocho años después de su tan esperada entrada al convento (1896), a nuestra santa se le diagnostica tuberculosis. Con esta enfermedad se cumple su gran deseo de padecer dolorosos martirios por amor a Jesús. Internada en la enfermería pasa la noche oscura del alma. No faltaron dudas ni ataques a su espiritualidad. Pero si Jesús y María nunca la habían abandonado, mucho menos ahora. Dios vino a compensarle El Caminito que siempre había seguido: total confianza en el Padre Dios y un amor total a Nuestro Señor.

“Bueno, bueno. Yo no quiero sufrir menos de lo que Dios quiera.” El jueves, 30 de septiembre de 1897 Teresita parte al encuentro de su amado luego de una dolorosa agonía, la cual sufrió con gran amor. Las hermanas religiosas fueron testigos del éxtasis final durante el cual ella recobró el buen color signo de salud. Habiendo expirado, el crucifijo se mantuvo sostenido entre sus manos con tal fuerza que fue difícil retirarlo. Y su rostro conservó una dulce sonrisa y una belleza admirable.

El 24 de agosto de 1997, en París, el Papa Juan Pablo II anuncia su deseo de proclamar a Santa Teresita del Niños Jesús “Doctora de la Iglesia”; luego de que Pío XI la hubiera declarado patrona de todas las misiones, junto con San Francisco Javier.

“Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra. No quiero descansar mientras hay almas que salvar. Ni hasta que el ángel diga: el tiempo se ha acabado”

Exhortación Vocacional: Fray Gabriel Figueroa OFM. Cap.

Pueblo de Dios, "La sonrisa de Gabriel"

En una fresca tarde del mes de mayo, en el balcón de nuestra residencia en la ciudad de Caguas, tuvimos una muy agradable conversación con un joven seminarista de 25 años y de sonrisa espléndida que responde al nombre de Gabriel Cecilio Figueroa Pomales.

“Soy un joven que ha tenido un llamado que realmente no esperaba, pero que con mucha alegría lo ha aceptado”.

Es necesario preguntarte, ¿cuál ha sido este llamado, Gabriel? “Es la invitación que Dios me ha hecho para estar donde El quiere que yo viva la felicidad de un modo específico, con alegría y con la disposición de entregar lo mejor de mí a todo el mundo. Ha sido un llamado a la vida religiosa”.
Gabriel es el menor de tres hermanos. Nació en la ciudad de Humacao pero se crió en el pueblo de Naguabo con la familia materna; sus estudios primarios y secundarios los realizó en este mismo municipio por el cual siente un amor profundo.

Acercándonos un poco más a ese llamado que Dios te ha hecho, ¿cómo defines la vocación? “Es un llamado a vivir la felicidad, la santidad, pero de una manera específica, a través de un estado de vida propio para tí por el cual vas a llegar a esa felicidad”.

Gabriel creció en una parroquia diocesana en su querido Naguabo (Diócesis de Caguas), es allí donde conoce, por medio del padre Jorge Cardona, el programa de discernimiento vocacional Pre-Seminario, conocido hoy como Programa “Remar Mar Adentro”, el cual invita a los jóvenes interesados a iniciar una experiencia de discernimiento vocacional durante un fin de semana al mes por espacio de un año.

“Después de un tiempo y tras aclarar muchas inquietudes comprendí la importancia de darle un espacio a Dios para saber qué es lo que El quiere para uno, y acepté la invitación del padre Jorge. Dentro del proceso comencé a descubrir lo bonito e interesante de la vida sacerdotal y empezó a formarse en mí una gran inquietud, comencé a considerar ser sacerdote”; en el momento en que nos comenta esto se dibuja una gran sonrisa en el ya alegre rostro de Gabriel.

El nos señala que a lo largo del proceso en que continúa su discernimiento y conoce distintas congregaciones religiosas por medio del programa Pre-Seminario, entiende que es la vida religiosa en comunidad la que más le llama la atención.

“La vida en comunidad es la que he practicado toda mi vida, con mi propia familia que ha sido mi primera fraternidad. Con ellos aprendí a afrontar los problemas. No simplemente decir yo puedo, sino que realmente cuento con personas que me ayudan y para las cuales yo también puedo ser instrumento de ayuda y juntos salir adelante. No conocía bien lo que era la vida religiosa pero sí conocía lo que era vivir en fraternidad”.

Es en este programa de discernimiento donde conoces la Orden de Frailes Menores Capuchinos? ¿Qué te motivó a interesarte por ellos?

“Una tarde Fray José Antonio Cruz, ofm cap. nos visitó para hablarnos del carisma de la orden y de la espiritualidad franciscana. Me llamó mucho la atención ver lo contento que estaba él de ser quien era. Me gustó el compromiso que tienen con su orden y carisma, el orgullo que sienten por el uso del hábito como signo de eso que han profesado. Recuerdo que después de su charla, en la cual hice como 20,000 preguntas para conocer un poco más, regresé a casa con mucha paz y alegría de haber encontrado una opción para vivir lo que estaba sintiendo”.


¿Te decidiste esa misma tarde por los capuchinos?, preguntamos.

“No, al final de todo el proceso de pre-seminario es cuando hablo con padre Cardona y le digo que me interesa la vida en fraternidad. Aunque me llamaba la atención el carisma de los Capuchinos pasó un poco más de tiempo antes de acercarme a ellos. Comencé a buscar información adicional de ellos, el carisma, la espiritualidad... Y recuerdo que me salían hasta en la televisión, con el programa de fray Jimmy Casellas en Teleoro, luego la película de San Francisco; bueno, fue todo un bombardeo de la vida franciscana capuchina. Luego, en el periódico El Visitante, aparece información sobre un retiro vocacional que realizarían y rápido les llamé. La acogida fue inmediata; con ellos encontré, a medida que compartía más, que me sentía a gusto, y que era el carisma con el cual me identificaba”.

Gabriel, tu sonrisa es reflejo de tu alegría, sabemos que pronto inicias una nueva etapa dentro de tu formación, pero nos gustaría que nos hablaras brevemente de la que todavía estás viviendo.
“En la cual estoy actualmente es la que se conoce como postulantado, esta es una etapa en la cual el candidato comienza a vivir con los frailes para ir conociendo cuál es su estilo de vida diario y de igual manera para que los frailes conozcan al joven; se realizan o completan unos estudios universitarios, y se tiene también un proceso de preparación dirigido a la formación humana y cristiana.”

¿Cómo es un día en la vida de Gabriel?

“¡Chévere!, me levanto bien temprano, a las 5:00 de la mañana. A las 6:15 tenemos las meditaciones y a las 6:45 empezamos los Laudes para luego tener el desayuno todos juntos y compartir en la mesa, y después tenemos nuestro tiempo de estudio en la universidad. Regreso a completar algunas cosas, ya sea de la universidad o de la casa; en la tarde, a las 5:15, tenemos las vísperas para luego ir a cenar todos juntos, y es un compartir muy lindo que se da porque cada uno trae las vivencias del día y conversamos con alegría. Una vez terminada la cena continuamos compartiendo un rato más antes de la Misa, que es diaria, y luego estoy una hora estudiando, hasta las 9:15 que tenemos las completas. Al terminar tenemos otro ratito de compartir fraterno hablando o viendo las noticias para luego retirarnos a dormir”.
Aunque hay un horario y una estructura, Gabriel nos asegura que no lo hace porque sea una rutina o por obligación, sino porque es parte de él; de su experiencia y vida en fraternidad lo cual le llena y satisface grandemente y le hace sentir en familia.

¿Qué ha sido lo más difícil en tu proceso de formación hasta ahora?

“Lo más difícil... (se le escapa una carcajada); bueno, muchas veces hacemos algo que a nuestro modo nos funciona y está bien, pero luego cuando entras a la vida religiosa y empiezas a tener esa primera experiencia de lo que sería el voto de obediencia, que no es exactamente hacer lo que el Superior te indique, sino que es estar dispuesto a hacer todo lo que sea necesario... y puede ser que tú tengas en mente hacerlo de una manera pero realmente hay que hacerlo de otra. Esto fue lo que más difícil se me hizo aceptar y entender, que la obediencia es poner tu corazón en ese mandato y petición que te hace tu hermano Superior y hacerlo con entrega y amor.”

Ahora bien, ¿que sería lo más gratificante que has vivido? “Sin dudas ha sido el haber encontrado mi vocación para vivir esa felicidad a la que Dios me ha llamado”.

Háblanos un poquito de la etapa que vas a comenzar próximamente, sabemos que vas a viajar a México...

“Sí, empezaré el noviciado en la ciudad de Puebla en México. El noviciado es esta etapa en la que empiezo a definirme como Capuchino, me llamaría ya Fray Gabriel y usaría el hábito; estudiaría la historia de la Orden Capuchina, sus constituciones, sus reglas. El noviciado tiene una duración de un año y en este tiempo estaría realizando posiblemente diferentes apostolados”.

Gabriel, siempre nos gusta hacer esta pregunta, y ya para finalizar nuestra entrevista te la haremos, ¿con cuál personaje bíblico o con qué santo te identificas? Luego de regalarnos otra sincera sonrisa nos dice inmediatamente: “Si fuera yo ha identificarme con un discípulo de Cristo es con Santa Teresita del Niño Jesús, claro que no es Clarisa ni Capuchina, pero me identifico con su manera de vivir la vida, porque simplemente vivió con sencillez y amor lo que es ser cristiano. En las cosas simples del diario vivir logró alcanzar la alegría, la felicidad, la santidad.”

Sencillez y amor, dos virtudes que entre otras vive este joven puertorriqueño que nuestro Señor, en su infinita Misericordia ha llamado, así como hace con todos nosotros.
El testimonio de Gabriel, la sencillez y el amor que refleja son una invitación clara para que vivamos nuestra vocación con gran alegría y para que no nos cansemos de regalarle nuestra mejor sonrisa al Todopoderoso a través de nuestros hermanos.

***Al momento de esta publicación nuestro querido Gabriel se encuentra viviendo la experiencia del noviciado en México, tal y como nos había explicado. Hoy día porta el hábito de los Capuchinos que tanto llamó su atención y responde al nombre de Fray Cecilio.

Así Somos


En la alegría que nos da Jesús Camino, Verdad y Vida saludamos a todos con entusiasmo.

Nuestra vocación matrimonial, y a través de la cual Jesucristo nos invita a alcanzar nuestra realización personal para ser felices y servir a nuestros hermanos, cada día se renueva con las bendiciones que Dios, nuestro Padre, nos regala. Una de ellas es haber cumplido, el pasado mes de mayo, nuestro séptimo aniversario de bodas.

Este espíritu de celebración para nosotros no ha concluido ya estamos próximos a festejar también con nuestra Iglesia, el Año dedicado a San Pablo Apóstol, el "Apóstol de las gentes", modelo de santidad para todos los cristianos y que nos invita aún hoy después de 2,000 años de su nacimiento a llevar la Buena Noticia, a entregarnos por completo a Jesucristo, a fin de que como él seamos capaces de decir: "No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".

“¿Podrían orar por mi vocación?”


Este espacio es para que envíes tus oraciones para orar nosotros por ti.


Vísita nuestra página de internet: http://www.paulinaspr.org/


Allí encontrarás un lugar donde puedes dejar tus intenciones.

Celebra la frase


“La peor de las prisiones
sería un corazón cerrado”.
Juan Pablo II.

Sección “Así Somos”




Luis E. nos dice: “Soy un hombre nacido en esta tierra bendita de Borinquen; me considero servicial, respetuoso y comprensivo. Con gran alegría declaro que soy una persona de fe, católico por convicción y felizmente casado por vocación. Soy estudiante universitario en el campo de las ciencias sociales con concentración en Trabajo Social.

Hace tres años formo parte de la familia Paulina siendo empleado en la librería de San Francisco Plaza (Río Piedras). Esta experiencia me llena de gran satisfacción pues me permite laborar en un ambiente cristiano en donde se respeta y estima mi persona, y en el cual se me brinda la oportunidad de servir a mi prójimo comunicando la Buena Nueva de nuestro Señor Jesucristo a través de los medios de comunicación social.”

Yermaliz nos dice: “Soy una mujer de 28 años, felizmente casada con Luis Enrique, cristiana católica, maestra de profesión y colaboradora de las Hijas de San Pablo o mejor conocidas como Hermanas Paulina. He aprendido a reconocer el gran amor que Dios me tiene, y hoy día deseo retribuírselo. Para mí es un placer poder aportar al proceso de discernimiento vocacional de un hermano o hermana en la fe. Yo descubrí mi vocación: el matrimonio.

Hoy tengo un lema: ¡Hacer lo que haya que hacer, hacerlo con amor; hacerlo, y ya! En mi crecimiento en la fe he ido aceptando poco a poco la invitación que Dios me hace de permanecer en santidad. Por eso me esfuerzo en hacer bien y con amor las cosas que me corresponden. Para mí es como un primer paso... Espero que Dios me siga capacitando para llevar a los demás Su mensaje de amor a través de mi vida.”

Vidas que inspiran: San Pedro, apóstol

Son muchos los signos que giran en torno a este gran apóstol: redes, piedra, llaves... Muchos al oír hablar de Pedro o al hacer referencia de él dicen: “Pedro, el que negó a Jesús...” Pero es justo decir también “el que lo amó”. Porque el texto bíblico que narra las negaciones de Pedro [Mateo 26, 69-75], bien podría tener una segunda parte y con ésta cambiar el sentido de los hechos.

En una de las apariciones de Jesús Resucitado a sus discípulos, a orillas del río Tiberíades [Mateo 16, 13-20], éste de pregunta a Pedro en tres ocasiones: ¿Me amas? Ante cada respuesta afirmativa del apóstol, Jesús le encarga que apaciente Su “rebaño”. La última de las respuestas: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo”; denota un abandono en la sabiduría de Dios y una sencillez de corazón, necesarias para la gran misión que se le estaba encargando: Ir al frente de Su Iglesia. Pero, aquí lo hermoso es la evidencia de la Misericordia Divina que permite a Pedro enmendar cada negación con un “te amo”.

La fiesta solemne de San Pedro se celebra junto a la del Apóstol San Pablo el 29 de junio. Su verdadero nombre era Simón, pero Jesús le cambio el mismo a Pedro (Piedra) como símbolo de la encomienda de una misión al igual que sucedía en el Antiguo Testamento. Es considerado el primer Papa de la Iglesia Católica. Su oficio era el de pescador, y lo ejercía junto a su hermano Andrés. A ambos, Jesús les garantiza convertirlos en “pescadores de hombres” a cambio de que lo siguieran, y así lo hicieron [Mateo 4, 18-20].

Pedro era un hombre sencillo y humilde; le hablaba a Jesús con la familiaridad y confianza de un gran amigo. En una de las ocasiones en que Jesús anunciaba su sacrificio, Pedro fue reprendido por El al intentar persuadirlo de abandonar Su gran misión amorosa [Mateo 16, 21-23]. Era obvio que aún no entendía la trascendencia de la misma.

A través de los diferentes pasajes bíblicos, se le ve a Pedro entre los discípulos más cercanos al Mesías. Tuvo la dicha de ser testigo de la Transfiguración; pero también se le reclamó al dormirse mientras Jesús oraba en el Monte de los Olivos [Marcos 9, 2-8].

Existe una narración bíblica entre Jesús y él, que hasta cómica resulta. Una noche, mientras los discípulos navegaban entre fuertes olas, vieron a Jesús acercarse hacia ellos caminando sobre el agua. Pedro, cual “niño curioso”, le pide que le permita llegar a El caminando también sobre el agua-, y a pocos pasos comenzó a hundirse. Gritaba angustiado que lo salvara porque sentía ahogarse. “Hombre de poca fe”, lo llamó Jesús en esa ocasión. [Mateo 14, 22-33].

Sin embargo, poco a poco, Pedro fue aceptando la misión y las enseñanzas del Maestro, aunque no las entendiera muy bien. ¿Recuerdan la escena del lavatorio de pies? El apóstol se sintió indigno de que Jesús tuviera ese gesto con él, pero al saber que sólo así participaría de la Gloria de Dios, le pidió que le lavara hasta la cabeza [Juan 13, 2-11]. Y una vez más, Jesús procede a aclararle el significado del gesto; como lo hizo otras tantas veces con las parábolas.

Cualquiera que no conoce a fondo la historia de este gran hombre podría preguntarse por qué Jesús decide dejar a su cargo la Nueva Evangelización. Era justamente esa aparente debilidad, la que en total abandono a la voluntad divina, daría paso a la fuerza del Espíritu Santo para hacer de él un instrumento de paz, un soldado de Cristo, un testigo fiel de la Resurrección. Por esto, ya en los hechos de los apóstoles se le puede ver tomando decisiones, haciendo elecciones [Hechos 1, 15-26] y hasta predicando [Hechos 2, 14-36], a riesgo de ser acusado lo cual no faltó.

El llegó a entender claramente que la verdadera fuerza radicaba en el amor. ¿No fue acaso este sentimiento el que movió a Jesús a entregarse por todos? Tanto fue su asimilación de esta gran verdad que al no tener “oro ni plata” que dar a un hombre paralítico y mendigo, le devolvió la salud clamando en el nombre de Jesucristo [Hechos 3, 1-10]. ¡Cuánta fe en quien le había dicho: “Todo lo que pidan en mi Nombre les será dado”!

A Pedro se le representa con un par de llaves en las manos. Obviamente haciendo referencia a las palabras de Jesús: “Te daré las llaves del Reino de los Cielos”.

Aunque no fue el primer mártir, este gran apóstol tuvo la dicha de sufrir el martirio por amor a Jesucristo. El mismo fue llevado a cabo en Roma. Pedro, que parecía tan cobarde, o tan tonto, en otras circunstancias, demostró en ese último momento la fuerza del Resucitado; pues, pidió a sus verdugos que estaban a punto de crucificarle, que lo hicieran de cabeza al suelo, porque no se sentía digno de morir como su Señor. Este, que había corrido hasta el sepulcro vacío [Juan 20, 1-10], y constató la Resurrección de Cristo la recibiría como premio por fidelidad.

Ciertamente, hay mucha verdad en lo que en alguna ocasión leyera: “La Palabra y la Sangre son la semilla con la que los santos Pedro y Pablo, unidos a Cristo, han engendrado y engendran la Roma cristiana y a toda la Iglesia”. Y de esa Iglesia es de la que formamos parte usted y yo.

Así como Pedro fue considerado bienaventurado por Jesús, ya que lo reconoció como “el Cristo, el Hijo de Dios” [Mateo 16, 13-20]; de igual forma tenemos que confesarlo nosotros. En ese justo momento se nos descubrirá nuestra misión personal, y nos pondremos en camino hacia la felicidad plena, para así formar parte de la Iglesia Triunfante.

Pueblo de Dios, "Vocación con aroma a café"

“Podrán sacar al jíbaro del campo, pero no al campo del jíbaro”, con esta frase en la que cita un comentario que le hiciera Fray Alberto Figueroa (Ex - Viceprovincial de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos en Puerto Rico), Fray José Fernando Irizarry Santana (Ahora Consejero Vice- Provincial) nos comparte una característica propia de su personalidad. “Ser jíbaro es mi identidad. Soy puertorriqueño, jíbaro, campesino, católico, capuchino”, añade con una amplia sonrisa.

Fray Fernando, como generalmente es llamado, nace un 12 de noviembre de 1973 en el seno de una familia campesina y católica del pueblo de Adjuntas. Es el menor de cuatro hermanos: dos varones y dos hembras. Sus estudios primarios y secundarios los realiza en su pueblo natal, donde también junto a su padre, don Marcos, aprende a amar y a trabajar la tierra, especialmente en el cultivo de café. “Trabajar la tierra, para mí es un privilegio”, nos asegura. Para Fray Fernando el trabajo es una bendición, le gusta estar ocupado, invertir sus energías en actividades útiles y productivas.

¿Qué cosas disfruta fray Fernando? “Hay tres cosas que disfruto mucho: el contacto con la naturaleza, compartir con las personas que quiero y conozco y tomar tiempo para mí solo; para estar conmigo mismo.” ¿Podrías hablarnos de tu vocación? ¿Cómo defines la vocación? “La vocación es un diálogo”, nos responde mirándonos fijamente a los ojos y provocando en nosotros gran interés de que nos abunde. “Es un diálogo personal, íntimo, que continuamente voy teniendo con mi creador.” Aunque tradicionalmente la vocación se define como “llamada”, Fray Fernando nos comenta: “Dios llama, pero no tomamos conciencia de la vocación hasta que no comienza ese diálogo.” ¿Pasamos todos por “ese diálogo” ? “Sí, porque lo inicia Dios cuando nos ha creado a Su imagen y semejanza.” ¿Cómo descubriste tu vocación? “La vocación no es algo que llega en un momento particular y ya. Tampoco es una imposición arbitraria de Dios... Sino que es producto de un proceso de discernimiento que se va dando durante el desarrollo de la persona en la medida que se va tomando conciencia de uno mismo y de los demás; cuando uno va viendo la realidad de la sociedad y va conociendo las necesidades del mundo y de la Iglesia. La vocación es dinámica y continua.”

Este sacerdote, quien desde su etapa de formación hasta el presente lleva unos catorce años en la Orden, reconoce que durante este tiempo han sido innumerables las experiencias vividas que han influenciado en su personalidad. Le cuestionamos sobre qué ha sido lo más difícil de vivir en su vocación a lo que respondió: “Al principio de mi proceso de formación fue el estar lejos de mi familia y estar dentro de una estructura, no tanto en lo físico sino en lo que respecta a estar regido por un itinerario y horario específico.” ¿Y hoy en día? “Todavía esto de los horarios, y dentro de la convivencia fraterna el tener que asumir funciones propias de mi posición de superior de la fraternidad sobre hermanos con diferentes puntos de vista, y en algunos casos hasta mayores que yo en edad.”

Para nuestro amigo, según nos comenta, es mucho más lo bueno y las experiencias gratificantes. Ejemplo de ello es el enriquecimiento personal que ha ido experimentando gracias al contacto con la gente, el amor que recibe y que puede brindar desde su vocación. “Algo sumamente gratificante para mí ha sido: descubrir que puedo vivir el don de la paternidad desde mi realidad como religioso sin la necesidad de tener mis propios hijos biológicos.” “Poder acompañar espiritualmente a una persona en su proceso de vida, en muchas ocasiones en las que me ven como a un padre, me llena de muchas satisfacciones.”

¿Existe algún personaje bíblico con el cual te identificas? “Hay un personaje bíblico con el que desde niño me he identificado; y es con San Pedro: ¡ que abre la boca y mete la pata!” “El es bueno y espontáneo; lo que siente se lo dice a Jesús tal cual, porque es genuino. Yo, a veces, me encuentro que soy así.” “San Pedro quedó fascinado con la figura de Jesús y lo siguió, porque lo que verdaderamente le movió fue el auténtico amor.”

Precisamente, el auténtico amor motiva a fray Fernando a vivir en comunidad, a encontrarse con sus hermanos capuchinos y compartir con ellos la vida. ¿Qué hacen juntos? “Oramos juntos, por supuesto; comemos juntos. Muchas veces nos recreamos juntos ya sea dentro o fuera de la fraternidad y compartimos algunos trabajos también.” Actualmente, él ocupa el puesto de “guardián” en la Fraternidad Santa Teresita del Niño Jesús; es decir, el superior de la casa en los asuntos administrativos.

Este incansable obrero de la viña del Señor también está a cargo de la primera etapa de formación dentro de la Orden, conocida como: Postulantado. Dentro de las funciones propias de su ministerio sacerdotal brinda colaboración en la Parroquia Santos Ángeles Custodios en Yabucoa. También ofrece los jueves un curso bíblico en Ponce. Y brinda acompañamiento en el proceso educativo y espiritual de los profesores y estudiantes del Colegio Santa Teresita del Niño Jesús en esta misma ciudad.

Algunos de sus planes futuros son prepararse para el próximo Capítulo General de la Orden a realizarse en el mes de febrero de 2008. Y presentar algunas propuestas para la Pastoral Juvenil de Ponce. Ante los posibles “cambios” que genere el Capítulo, nos asegura con mucha tranquilidad: “Pueden suceder. Yo siempre estoy disponible para colaborar en todas las necesidades que surjan, para ir allí donde el Señor me llame.”

Así es nuestro gran amigo, Fray Fernando: servicial, humilde, auténtico; un hijo de esta tierra, que deseó ser agricultor para dedicarse a sembrarla como su padre. Pero que con genuino amor, al igual que San Pedro, quien dejó sus “redes”, quedó fascinado por la figura de Jesús, y dejando “pico y azada” le siguió, para ser sembrador de la Buena Nueva en el corazón del Santo Pueblo de Dios.

Mapa Nueva Librería Paulinas en Avenida Roosevelt 174

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